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La guerra por el amor de una mujer

16 Feb

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Los Payachatas una historia de guerra y amor por Maria Inala

Otra leyenda nos relata la guerra de dos príncipes gemelos por el amor de una mujer.

En tiempos ancestrales en Parinacota vivían dos príncipes guerreros, Pomerape y Pedro Acarape, quienes se encontraron a la orilla del lago Chungará disputando el amor de una mujer.

Todo está tranquilo, cuando de un momento a otro, el mundo se estremece, un rumor comienza a hacerse sentir en las pampas y quebradas, con estruendo la tierra comienza a temblar y los pumas y otras especies huyen despavoridos.

Se ve huir a cóndores y águilas.

El rumor comienza a hacerse ensordecedor, la voz de uno de los volcanes reclama ser el más alto y declara estar lleno de tesoros, su hermano le hace ver su vanidad y engreimiento.

Hace Muchos años don Felix Calle oriundo del pueblo de Parinacota nos relató:

«Se pelearon en aquellos tiempos y le dio un ondazo al Sajama, le sacó el corazón, porque el Sajama le había dado un ondazo al Payachata, le había volado la cabeza, pero él no se dejó así, él siguió luchando hasta que le quitó la mujer puh, la María Inala ésa era la mujer del Sajama, que se llama el doctor Sajama, hoy en día…Por ella peleaban».

Ha comenzado el combate, los otros gigantes desde lejos se miran desconcertados, Misti, Corocuna, Ubinas, Auzangate y el gran Illimani no saben qué hacer, mientras al sur, Aconcagua prefiere mantenerse en silencio, Momocoche está angustiado.

Illimani que dormía la siesta con sus pequeños hijos despierta exaltado e interviniendo les reclama:

«Hermanos, calmad vuestras iras, que haya paz entre vosotros».

Sin embargo, los hermanos ensordecidos por la ira no escuchan consejos y lanzan piedras que cruzan los aires.

Esta bella historia nos recuerda a Caín y Abel.

Un pedruzco gigante y de afiladas aristas cercena la cabeza blanca de Acarape.

Don Felix Calle con emoción y convicción expresa: «Entonces tuvo que intervenir Wiracocha»:

Al momento el gran Wiracocha dice que no guerra ni sangra en la tierra y a los príncipes guerreros los convierte en dos grandes volcanes gemelos petrificados, quiénes desde uno de los lugares más altos del mundo se transforman en los símbolos de una paz duradera.

Don Felix Calle con sabiduría ancestral nos dice:

«Muchos somos engreídos, nos creímos a veces por tener dinero o poder, nos creímos grandes, nos creímos dioses. Nos creímos por ser un poco más y a la gente pobre lo miramos en menos, no debemos ser así, debemos compartir por igual todos, yo pienso así».

Han pasado los años y los grandes guerreros gemelos continúan enamorados de María Inala y aún hoy el el pueblo les canta:

Yucumani bondadoso, centinela de mi tierra, Tutupaqui peligroso, riqueza y demonio encierra.

Don Félix Calle nos sentencia en 1990: «Lo que me contó mi abuelito no lo olvido, siempre lo voy contando. A todos los que vienen les he contado, porque no me gusta que se quede dentro de mi corazón y se pierda ahí».

Don Félix Calle ya no está en este mundo, sin embargo su canto permanece en la memoria de sus hijos y llega hasta nosotros como un manantial fresco con el eco del tiempo.

 
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Publicado por en febrero 16, 2009 en Cultural

 

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